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 La madre, nuestra Madre Tierra.

 

 

 ¨El objetivo de la Terapia Gestalt es Despertar a la Consciencia¨ Dr. Fritz Perls. 

 

 Me ha inspirado para escribir este texto una caminata que realicé el pasado viernes a la laguna sagrada de Siecha, en Guasca (Cundinamarca – Colombia).

 

Sumergida en un paisaje extraordinario, escuchaba los relatos de nuestra guía y su explicación sobre cómo cuando las placas tectónicas de la Tierra liberan la energía represada en ellas, generan terremotos, maremotos o tsunamis. Esto me llevó inmediatamente a recordar lo que he manifestado en varias oportunidades: así como nuestra Madre Tierra —un organismo vivo— libera tensión y ocasiona grandes catástrofes, nosotros, los seres humanos, en algunos momentos de nuestras vidas también generamos fuertes movimientos.

 

Somos organismos vivos insertos en otro organismo vivo, somos parte de un todo armónico, equilibrado y perfecto.

 

Qué bonito es poder liberar tensión generando grandes terremotos o tsunamis, sin juzgarnos y sin miedo a ser juzgados.

Qué bonito es permitirnos expresar toda nuestra fuerza y naturaleza, tal y como lo hacen los volcanes.

Qué bonito es comprender que así como algunos días son grises, lluviosos y nublados, podemos permitirnos a nosotros mismos estar en esos momentos de oscuridad, entendiendo que después de la tempestad vendrá la calma, que siempre hay un nuevo amanecer, un día soleado donde podremos brillar con todo nuestro esplendor.

Qué bonito es observar que muchas plantas que se quemaron luego de una fuerte helada, al terminar la temporada renacen y reverdecen, manifestando su resiliencia, un poder que también se nos ha otorgado a los seres humanos.

Qué bonito es entregarse al momento presente conectados con la sabiduría de la Madre Tierra que, en cada instante, nos regala grandes lecciones de vida, lecciones que algunas veces no logramos ver por nuestras carreras y afanes.

Qué bonito es experimentar el aquí y el ahora con todos los sentidos, en el paso a paso de una caminata, sin llenarnos de angustia por no saber cuánto falta para llegar a la meta y observando el camino recorrido con satisfacción y agradecimiento; sacudiéndonos después de una fuerte caída para continuar caminando; comprendiendo que esa caminata representa la vida misma, en la que no hay afán de llegar a ningún lado, porque se ha entendido que la meta es el disfrute del paso a paso, de cada experiencia, del momento a momento, de cada instante, con sus aromas, colores, temperaturas, texturas; tú, yo y el otro; tú y yo con el otro y con los otros.

Qué bonito es aceptarnos tal y como somos, aceptar a los demás y a las diferentes circunstancias tal y como son, con nuestros días soleados en calma y con nuestros días de tormenta, sin juicios, sin críticas, con amor y compasión.

 

Gracias Madre Tierra y feliz día de la madre. ¡Bonita semana para ti!

Sandra Marcela Montgomery.

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